
Un trabajo que explora la búsqueda de si mismo y el encuentro inesperado con la verdad.
La niebla (imagen principal) cubre con su manto las formas que no se distinguen aun, o aquellas formas que antiguas desvaneciéndose no son todavía reemplazadas por formas nuevas y precisas.
En ella está representado el caos de los orígenes y la fijación de las especies.
La mujer que transita el desarrollo narrativo del videoarte, se sumerge en un pasaje fantástico y maravilloso, y la niebla actúa como predecesora de la revelación, el preludio de una manifestación cruel y cotidiana.
Su profundo deseo de cambio interior y la necesidad de experiencias nuevas ocasionadas por el viaje, generan su rechazo a la vida colectiva, social y el destino que le depara. Abandona su equipaje y desprende su ropaje, al tornarse en pesos muertos e inútiles.
En un profundo sentimiento de liberación sus valores espirituales y personales dominan. La sensación de bienestar y placidez toman protagonismo, favorecidos por un río que hace fluir sus emociones, árboles que comunican los tres niveles del cosmos: subterráneo, cielo y tierra. Vacas marcadas que hacen vivir a los dioses y a los hombres. Sonidos purificadores, sensaciones inesperadas, conexión total con la naturaleza y una danza espontánea e imprecisa como rito iniciático.
Pero amargo saber el que obtiene la mujer del viaje: su realidad se impone.
El borrego dulce, simple y obediente, se revela el rebaño etiquetado y emprende su vivencia propia. Se adentra al igual que ella en la espesa niebla, penetran el misterio, los peligros del fuego, surgen analogías y descubren la verdad.
El hombre intervino, propuso un nuevo orden, delimitó el espacio con exactitud, etiquetó, y generó la ruptura con el estado primigenio.
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